Los archivos, en muchos casos, cumplen una triple función al transmitir una memoria histórica, una memoria institucional y la memoria de la obra de un artista en particular. De ahí la importancia de insistir en el valor de resguardar los archivos y que sigan nutriéndose con el fin de preservar la memoria.

Bocetos, catálogos, invitaciones, folletos, fotografías aportan el material bibliográfico que nos permite abordar las obras tanto en su contexto original como en sus resignificaciones ulteriores. A su vez, estos documentos actúan también como un prisma a través del cual aproximarnos a la historia del arte y la política.

Si todo documento archivístico contiene en sí mismo una “carga expositiva”, aquellos que integran los fondos documentales de artistas la contienen en forma exponencial ya que podemos pensarlos y presentarlos en permanente diálogo con las obras de su productor.

Trabajar profesionalmente los archivos supone sostener su integridad, describirlos y darles acceso a un público interesado. Este proceso de valoración está destinado a dar vida al archivo, sin dejar de insistir en la idea de que los archivos no solo preservan documentos que pueden servir para la historia en general, sino también destacar su importancia como reflejo de una época y lugar privilegiado de tensión entre el pasado y el presente.